AndaluciaSteve (ES)

…entre olivos y sueños

La culpa por reciclar no limpiará el abandono político.

♻️ La Falacia de la Agencia del Reciclaje: La Traición de la Izquierda y el Auge Populista

En el tranquilo pueblo blanco de Olvera, donde he vivido durante quince años, ha estallado una guerra. No por la sanidad, el empleo o el creciente costo de la vida, sino por algo mucho más cotidiano: la basura. El ayuntamiento ha aumentado las tasas de recogida de residuos y ha redoblado esfuerzos en un sistema de recogida de reciclaje puerta a puerta, con contenedores etiquetados con códigos de barras que vinculan cada desecho a tu nombre. Aunque no se menciona explícitamente, la amenaza de multas por no cumplir está presente. Esto no se trata solo de separar plástico del papel: se trata de control, vigilancia y el robo de nuestro tiempo.

El ayuntamiento dice “no es nuestra culpa, solo seguimos órdenes”, citando una directiva de la UE que busca hacer a los ciudadanos más responsables de su basura. Sin embargo, no hay nada en la ley de la UE que mezcle el reciclaje con la recogida de residuos. Esto parece una decisión tomada más cerca de casa. Aunque la recogida puerta a puerta pueda parecer inofensiva a primera vista, ha incomodado a muchos. El cierre de la mayoría de los contenedores públicos de reciclaje significa que los desechos orgánicos malolientes deben quedarse en casa hasta el día correcto de recogida. Las personas con espacio limitado encuentran intolerable tener que guardar contenedores separados para papel, plásticos, orgánicos y “resto”, una categoría general con excepciones inexplicables, desde baterías hasta tarros de mermelada. Sin contenedores públicos, muchos ciudadanos frustrados están dejando su basura en la calle como una protesta sucia. Hasta ahora, el ayuntamiento no escucha.

Sin embargo, creo que los contenedores de Olvera son un microcosmos de una traición mayor. La izquierda tradicional, que está a cargo aquí, ha perdido el rumbo, atada al altar del neoliberalismo de la responsabilidad individual y el desprecio gerencial. Al desestimar la legítima indignación de la gente común, han dejado un vacío que los populistas, con sus pancartas y promesas, están más que dispuestos a llenar. Esto no es solo una disputa local; es una advertencia sobre la fragilidad de la democracia en todo Occidente.

El Dogma del Reciclaje: Una Falsa Salvación

El reciclaje es un sacramento moderno. Cuestionarlo es invitar al desprecio, como si hubieras negado una verdad universal. Sin embargo, la realidad es mucho menos divina. Un artículo de New Scientist de hace décadas señaló una verdad brutal: quemar un trozo de papel puede ser más amable con el medio ambiente que llevarlo a un centro de reciclaje, donde se clasifica, tritura, pulveriza, blanquea y reforma, cada paso consumiendo más combustible fósil que el anterior. En un mundo aún adicto al petróleo y al gas, reciclar a menudo cuesta más carbono del que ahorra.

No odio el reciclaje. Odio la mentira en la que se basa: que los actos individuales pueden compensar un sistema adicto a la sobreproducción y el desperdicio. Las corporaciones producen plástico, obteniendo ganancias mientras no pagan nada por su eliminación. Mientras tanto, nos hacen sentir culpables por no enjuagar un envase de yogur. Esto se llama la Falacia de la Agencia: el mito de que nuestras pequeñas elecciones pueden arreglar un sistema estructuralmente roto.

“Si el planeta se quema, no es porque usaste el contenedor equivocado. Es porque el sistema está diseñado para quemarlo.”

El Robo de Minutos: Tu Tiempo como Su Recurso

Cada día, perdemos fragmentos de nuestras vidas en tareas que nunca aceptamos. Toma las nuevas botellas de agua de la UE, con tapas atadas al cuello para “ayudar al reciclaje”. Suena noble, pero intenta volver a enroscar una. Es incómodo, torpe y te roba diez segundos cada vez. Diez sorbos al día, y eso son cinco minutos perdidos. Multiplica eso por millones, y tienes un robo masivo de tiempo humano. Lo llamo el Robo de Minutos.

Los bancos son los maestros de este hurto. Hace no mucho, los cajeros manejaban tus transacciones. Ahora, tú eres el cajero, lidiando con la banca en línea o cajeros automáticos sobrecomplicados. Un banco del Reino Unido presumió una vez: “¡Todos somos gerentes de banco ahora!” No, no lo somos. Somos empleados no remunerados. ¿Cajas automáticas en los supermercados? Tú eres el cajero. ¿CAPTCHAs de sitios web que te hacen identificar semáforos? Estás entrenando inteligencia artificial gratis. Cada tarea erosiona tu día, tu dignidad, tu autonomía.

Esto no es empoderamiento: es explotación disfrazada de conveniencia. Y no es accidental. Es el punto final lógico de un sistema que ve tu tiempo como un recurso para explotar.

La Larga Sombra del Neoliberalismo

Las raíces de esto están en el neoliberalismo, una filosofía que redefinió la sociedad como una colección de individuos, cada uno responsable de su propio destino. Como argumenta Grace Blakeley en Stolen, la declaración de Margaret Thatcher de que “no existe tal cosa como la sociedad” no fue solo retórica, fue un plan. Los servicios públicos fueron desmantelados, la negociación colectiva debilitada y la responsabilidad se trasladó al individuo.

“No existe tal cosa como la sociedad. Hay hombres y mujeres individuales, y hay familias.”
— Margaret Thatcher, 1987

Esta mentalidad, que los sociólogos llaman responsabilización, nos hace sentir culpables por los fracasos sistémicos. Si el reciclaje no funciona, es tu culpa. Si la economía se hunde, no te capacitaste lo suficiente. Si el clima colapsa, no fuiste en bicicleta al trabajo. La Falacia de la Agencia prospera aquí, convenciéndonos de que nuestros pequeños actos importan mientras las corporaciones y los gobiernos evaden la responsabilidad.

Los Contenedores de Olvera: Una Traición Local

En Olvera, el PSOE, un partido con “socialista” en su nombre, debería ser la voz del pueblo. En cambio, han adoptado el manual del neoliberalismo: imponer cumplimiento, monitorear a los ciudadanos y desestimar la disidencia. Sus publicaciones en redes sociales sobre el sistema de reciclaje han sido secas, incluso groseras, ignorando preocupaciones sobre costos, privacidad y practicidad. Los residentes no están solo enojados por los contenedores: están enojados por ser ignorados.

El sistema en sí es un caso de abuso. Los códigos de barras rastrean tus desechos, planteando preguntas sobre el cumplimiento del RGPD y la proporcionalidad según la ley de consumidores española. Las multas, aunque aún no son explícitas, se perfilan como una amenaza. Para muchos, especialmente los ancianos o aquellos en áreas rurales, el sistema es impracticable. Sin embargo, el ayuntamiento sigue adelante, culpando a los individuos por defectos sistémicos.

Esto no es socialismo. Es gerencialismo: una imposición de arriba hacia abajo que trata a los ciudadanos como engranajes, no como socios. Y está fallando a las personas a las que dice servir.

El Vacío Populista

Cuando la izquierda abandona sus principios, deja un hueco. En Olvera, la negativa del ayuntamiento a escuchar las legítimas quejas de los ciudadanos sobre el sistema de reciclaje ha dejado sus protestas expuestas a fuerzas más oscuras. Estas voces más fuertes, a menudo con agendas que se inclinan hacia el autoritarismo en lugar de la liberación, aprovechan la oportunidad para amplificar el descontento. Ganan terreno no porque la gente comparta su visión, sino porque la izquierda tradicional ha hecho oídos sordos.

Este es el macrocosmos que ves en todo Occidente. Desde el Brexit hasta Trump y el ascenso de partidos de extrema derecha en Europa, el patrón es claro: cuando los partidos progresistas se casan con la lógica fría del neoliberalismo, pierden la confianza del pueblo. Los populistas, con sus respuestas simples y resonancia emocional, se apresuran a entrar. No ganan porque la gente ame su ideología: ganan porque nadie más está escuchando.

“Cuando la izquierda deja de escuchar, la derecha comienza a gritar. Y la gente, desesperada, sigue el ruido.”

La Amenaza a la Democracia

David Graeber escribió una vez que los sistemas burocráticos castigan a los impotentes mientras absuelven a los poderosos. Byung-Chul Han describió nuestra “sociedad del rendimiento”, donde interiorizamos nuestra propia explotación, orgullosos de nuestra “agencia” incluso cuando nos esclaviza. En Olvera, ves ambos: un sistema que te multa por una botella mal clasificada, mientras las corporaciones que hicieron la botella no pagan nada.

Pero el peligro mayor es político. Cuando la izquierda no ofrece una alternativa real, cuando cambia la solidaridad por hojas de cálculo, cede el terreno a aquellos que prosperan con la división y el miedo. La democracia no muere de un solo golpe; se erosiona cuando se rompe la confianza, cuando la gente se siente abandonada, cuando las únicas voces que quedan son las que prometen orden sobre justicia.

No Es Tu Culpa, Pero Es Nuestra Lucha

Seamos claros: no es tu culpa. No diseñaste un mundo que funciona con combustibles fósiles. No elegiste pasar tus días como un cajero bancario, un dependiente o un entrenador de inteligencia artificial sin paga. No pediste ser un inspector de contenedores, escrutado por códigos de barras y chips de radiofrecuencia (sí, los contenedores de Olvera también tienen los mismos chips que usan los supermercados para evitar que robes una botella de whisky). La Falacia de la Agencia quiere que creas que tú eres el problema. No lo eres.

Pero esta lucha es nuestra. El reciclaje no nos salvará. El cumplimiento no nos salvará. Solo la acción colectiva, real, desordenada y humana, puede hacerlo. Necesitamos una izquierda que escuche, que rechace las promesas vacías del neoliberalismo, que luche por sistemas donde la responsabilidad sea compartida, no descargada sobre el individuo.

Los contenedores de Olvera son una pequeña historia, pero son una advertencia. En todo Occidente, no prestar atención a esa advertencia está dando a los populistas las llaves del futuro. Si no reclamamos nuestra agencia, no la falsa, sino la que está arraigada en la solidaridad, entonces la próxima guerra no será sobre basura. Será sobre la democracia misma.

Cosas a Tener en Cuenta

  • No le debes al sistema tus minutos libres.
  • No le debes tu alma a un contenedor de reciclaje.
  • Y definitivamente no le debes tu trabajo gratis a las empresas que crearon el problema.
  • No es tu culpa.
  • Nunca lo fue.